Su suerte en el juego lo llevó a ganar millones, pero la racha no duró para siempre y terminó en la ruina


Archie Karas fue un jugador legendario con una historia que parece sacada de un guion de cine: llegó a facturar millones gracias a su audacia en los juegos de azar, y luego perdió todo en una caída vertiginosa. Su nombre se volvió sinónimo de una racha millonaria, aunque su suerte no lo acompañó para siempre.

Originario de Grecia y con un pasado marcado por la pobreza, Karas logró escalar hasta lo más alto del mundo del casino, enfrentando a grandes figuras del póker y juegos de mesa. Pero su ambición, su pasión por el riesgo y sus apuestas desmedidas lo llevaron, con el paso del tiempo, a vaciar sus bolsillos y perder lo que había ganado con sangre, sudor y nervios.

La historia de Archie Karas: de pobre a millonario

Archie nació como Anargyros Karabourniotis en 1950, en una isla de Grecia, en un entorno humilde donde la necesidad era moneda corriente. Tuvo que ganarse la vida desde muy joven: uno de sus primeros “trabajos” fue disparar canicas (juegos populares de ese entonces) para conseguir algo para comer.

Cuando tenía unos 15 años, su relación familiar se quebró al punto que abandonó su hogar para siempre tras un episodio violento con su padre, y terminó viajando en barco como camarero con ingresos mínimos. Al llegar a Estados Unidos, trabajó como mozo en Los Ángeles junto a una sala de billar: ahí descubrió su habilidad para el juego y el pool, y empezó a ganar más dinero en esas mesas que en su labor cotidiana.

Poco a poco, su enfoque cambió hacia el póker con apuestas más altas. Su gran momento comenzó en 1992, cuando ya estaba prácticamente en bancarrota: viajó a Las Vegas con solo US$50 y pidió prestado US$10.000, con los que empezó a disparar una de las rachas más asombrosas del mundo casino. En meses convirtió pequeñas sumas en ganancias inimaginables, venciendo rivales legendarios como Stu Ungar y Chip Reese, e incluso extendiendo su juego al pool, los dados y el baccarat.

Se habla de que llegó a acumular más de US$40 millones en esas partidas conocidas como “The Run”.

La suerte que lo hizo ganar millones lo llevó a la ruina

La caída comenzó en 1995, cuando la suerte giró en su contra. En apenas unas semanas, Karas perdió US$13 millones en dados, luego otros US$2 millones en póker, y finalmente quemó US$17 millones adicionales en baccarat. Con esas pérdidas, sus más de 40 millones se evaporaron rápidamente.

Intentó retirarse a Grecia para proteger lo poco que le quedaba, pero no pudo mantenerse alejado del juego. Regresó a Las Vegas y continuó apostando alto: en poco tiempo volvió a perder todo lo que le quedaba, incluso sus últimos millones. Más tarde, fue acusado de hacer trampa al marcar cartas en mesas de blackjack, lo que le valió arresto y prohibiciones permanentes en casinos de Nevada.

Archie Karas es, hasta hoy, una figura controvertida: una demostración extrema del poder del riesgo desmedido. Su vida es un constante recordatorio de que en el mundo del azar, las victorias gigantes pueden ser seguidas por pérdidas devastadoras.

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