Por Santiago Escobar (*)


Cuando uno recuerda y recorre algunos de los argumentos políticos de Cambiemos, y sobre todo aquellos que lo llevaron al poder, nadie puede negar que muchos de ellos fueron con fuerte apoyatura en el ataque constante a todo lo que involucraba el hoy desaparecido Frente Para la Victoria.

En ese discurso bajaron líneas claras de acción que involucraba poner un mote de corrupción, y con ello enaltecer una supuesta transparencia y prolijidad como valor innato de una (desconocida) propuesta de gobierno. Macri y compañía llevaron al pié del libreto esta estrategia, ni habían asumido y ya prometían investigar y encarcelar a todo lo pasado.

Y algo de aquello también pasó en Madariaga, no miremos para otro lado porque sabemos que eso pasó, en una misma bolsa sin respeto a las familias y amistades, sin importar las fuentes de trabajo y los proyectos de vida de muchos, se avanzó con una “nacionalización” de falsos problemas en nuestra ciudad. Así asumió Cambiemos en Madariaga, como caballo dando patadas hacia atrás buscando la judicialización de todo cuanto asunto ayudara a una estrategia macrista de enlodar 20 años de crecimiento de Madariaga.

Aquella estrategia encontró dos problemas, la primera que Macri como cabeza de Cambiemos no está en absoluto libre de pecado, y la segunda al no reparar que entre lo que uno desea y la realidad, puede haber una diferencia que separa entre lo atinado y lo desatinado en el mundo judicial.

Tal vez por ello al leer una y otra vez las resoluciones judiciales que desestiman todas y cada una de las denuncias de Santoro, algunos no logren encontrar respuestas, les cuesta entender tales decisiones judiciales, y lo primero que atinan es a desacreditar a quien la emitió o bien a quien la comprende, porque a la luz de una resolución que aplica ciencia jurídica lo primero que se demuestra con esto, es que no se recurrió a la justicia buscando una respuesta, sino más bien una petición de principio, una reafirmación de lo mismo que se denuncia por la denuncia misma.

Si una sola respuesta es la que se acepta y del resto ninguna, ¿entonces para que se pregunta? sencillamente para escuchar lo que se desea y no lo que se responde.

Algo de eso le pasó a Esteban Santoro, denunció a gusto todo lo que quiso, hasta se elaboraron power-point para explicar a la comunidad la denuncia que se hacía, exponiendo en la misma denuncia todas las respuestas. Porque es momento de decirlo: que se denuncie no significa que sea verdad.

Playones deportivos, camioneta robada, vaciamiento de galpón, licitaciones, dinero destinado a pagar sueldos, usurpación de inmueble, y hasta lo más noble y con ferviente apoyo comunitario de frenar aumentos del servicio de gas le vino en contra.

No pudo avanzar con ninguna denuncia judicial. ¿Será por incapacidad? No lo creo, pero si me animo a decir por desatino. Ninguna de ellas tiene cause en el fuero penal, se gastó recursos, se perdió tiempo de gestión importante para por ejemplo lograr mejores índices de coparticipación que signifiquen más dinero para Madariaga, se distrajo a la justicia penal de tiempo valioso para abocarse a problemas de gravedad social, como hurtos, robos, homicidios, lesiones graves, abusos sexuales, privación ilegítima, etc.

Nada de ello importó cuando un gobierno en cabeza de legos piensa desconcertadamente, ya ni como político (porque hasta con ese concepto se quiere romper), tampoco como abogado ni funcionario, sino como aguja de un termómetro social que marca el rumbo de los deseos sin importar que aquello choque con la realidad. Creyéndose su propia mentira no encuentran explicaciones a todo lo que pasa por fuera de ella, como si del pasado reciente no se pudiera aprender.

Días pasados el Ministro de Justicia de la Nación Germán Garavano (PRO), al enterarse de que la justicia había resuelto excarcelar a Cristobal López, dijo que genera hacia la gente “un mensaje equivocado en términos de niveles de impunidad”. La impunidad se da cuando alguien resulta culpable y no se lo castiga, no cuando hay excarcelación y la investigación continúa. Eso no es ignorancia, eso es manipulación, como insertar en el colectivo social que la sola denuncia  ya se hace culpable, y para cuando se desestima, empezar a atacar a la justicia, o como caballo dando patadas hacia atrás. Total el daño ya está hecho.

Todo abogado lo sabe, o casi todos.


(*) Abogado de la Universidad de Buenos Aires, docente y militante político.

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