Por Andrés Lavaselli
Los siete días entre el debate y el ballotage resultarán cruciales para definir quién será el nuevo presidente de la Argentina. Por ahora, tanto en el campamento de Sergio Massa como Javier Milei hablan de un resultado abierto, que podría darle el triunfo a cualquiera de los dos, básicamente porque el ministro de Economía parece haber revertido una tendencia que lo perjudicaba.
El peor momento de Massa fue la crisis de la nafta: ese faltante que malhumoró a millones precedió a la difusión de una serie de encuestas que lo daban perdiendo con Milei. Pudo haber algo de estrategia, una de campaña del miedo en un tipo de votación en la que muchos optan contra más que a favor de un candidato. Pero también había preocupación real por una caída concreta tras la euforia del 22-O.
Ahora parece haber un escenario más equilibrado. Eso que el gobernador de Catamarca, Raul Jalil, definió como “una elección que no está ganada pero que es ganable”. Amplificación pública de una frase privada del candidato Los sondeos lo ratifican: todos están dentro del margen de error, algunos con Massa arriba otros con Milei como favorito. Por eso, como suele ocurrir, la última semana será crucial.
Son siete días que se abren con el debate. Milei, que está encerrado en el hotel Libertador desde las generales, llega con un pedido de su equipo para intentar revertir la prohibición de leer a los participantes. Es una presunción de que teme las reglas de juego y de que su equipo está preocupado por su emocionalidad desbordante. Massa, arriba con explicaciones difíciles de dar en materia económica.
¿Influye el debate? Hay algunos datos a tener en cuenta. Un estudio de la UBA sobre aquel duelo entre Scioli y Macri concluyó que hizo variar en un punto el resultado. El líder de PRO ganó por 2,6%. No es desdeñable, menos ante un escenario ajustado.
Solo unas horas después de ese cruce se conocerá la inflación. Dicen que estará por debajo de las dos cifras, pero altísima todavía. Un pasivo para Massa. La fiscalización es otro tema clave. Milei, aun con el apoyo de Macri, tiene allí una falencia grave. Al punto que está pidiendo, a través de Santilli y Ritondo, a candidatos a intendentes de JxC que fueron derrotados que lo asistan. Difícil que se jueguen.
En un plano parecido figura la sangría de dirigentes que viene experimentando LLA. Massa la aprovecha para centrar el discurso en su figura y las consecuencais de su gobierno libertario, para correrlo del eje kirchnerismo-anti kirchnerismo, que es el mejor aporte de Macri a la campaña de Milei. El caso de presunto espionaje a jueces encierra aún muchos puntos ciegos y tiene una complejidad que difícilmente lo transforme en un motivo de voto.
Los territorios son clave. Schiaretti dejó claro que apoya a Milei ¿Será suficiente? Muchos juzgan provechoso el paso de Massa por la provincia, sobre todo por su efecto en cierta dirigencia media, que puede ayudar a traccionar votos. Para otros, como el consultor Gustavo Córdoba, fue todo lo contrario: el ministro sobreactuó cordobesismo y perdió apoyo.
Esa provincia es ejemplo extremo de un voto anti peronista que podría ser fuerte también en Santa Fe, Mendoza y Entre Ríos. Pero si en la “docta” un comunicador anti K de gran audiencia como Aldo Guizzardi alertó sobre el efecto devastador en la economía de la Provincia de un congelamiento diplomático con Brasil y China como el que promete Milei, en Santa Fe en apoyo del socialismo hace ilusionar a Massa con achicar diferencias.
La cuestión federal no es menor: según calcula el consultor Manuel Zunino, de los 9 millones de indecisos que aún existen, seis son del interior. De ese total, además, dos de cada 3 son mujeres, explica Zunini. Es un dato que en principio podría favorecer a Massa.
Axel Kicillof juega a fondo: es el gobernador que más apoyo explícito está dando a Massa, junto con alguno de los del norte. En La Plata cree que se trata de un esfuerzo “a todo o nada” porque con Milei en el gobierno nacional, la Provincia corre el riesgo de quedarse hasta sin financiamiento para obras: incluso las que dependen de organismos internacionales pasan por el filtro nacional.
Al mismo tiempo, hacen una advertencia: Kicillof pondrá en juego su capital político con visitas a Mar del Plata, Varela, Ezeiza, La Matanza, Avellaneda y algún distrito de la primera sección. Pero esa hiperactividad no puede ser el único foco caliente de la campaña: alcanzar el 60% en suelo bonaerense para blindar un triunfo puede ser un objetivo demasiado ambicioso.
El gobernador cree, además, estar protagonizando las primeras jugadas del partido que viene: si gana Massa, esta hiperactividad (diferente a la pasividad de un aliado del candidato como Arcioni o de la pachorra norteña en las PASO) le servirá para plantarse mejor ante eventual presidente con el que tiene destino de lucha por el poder en 2027. (DIB).
Fuente y Foto: DIB