La unidad en venta conserva la lógica espacial y los materiales de la Belle Époque porteña —techos altos, ventanales hacia la avenida, pisos de pinotea y parquet—, junto con equipamiento actual de climatización, agua caliente y calefacción individuales, y baulera en subsuelo. La altura interna de los ambientes potencia la percepción de piso alto: se siente como un octavo o noveno nivel, aunque la planta esté en el quinto.
El edificio ocupa la manzana completa y es reconocible por sus dos cúpulas gemelas en las ochavas; bajo esas coronaciones, miran a la avenida esculturas de Venus y Apolo, parte del programa decorativo original. La composición de fachadas mezcla recursos del neorrenacimiento italiano con elementos del art nouveau: loggias apiladas, columnas sobre pedestales, arcos de medio punto y revoques con trabajos pictóricos y esgrafiados de los que aún quedan rastros.
Historia
La planta baja alojó comercios que se volvieron parte de la memoria de la avenida. La esquina se hizo célebre por la Cervecería Berna, instalada en 1928 y recordada por su sándwich “Berna” de lomito con anchoas; su vereda colmada obligó a ordenar el uso del espacio peatonal.
Antes, la casa Heinlein —proveedora de artefactos sanitarios— había dado el apodo alternativo de “Palacio Heinlein”. Con el tiempo, el frente perdió copones y cresterías, y se encadenaron intervenciones puntuales: en 1968 se reparó una de las cúpulas; en 1994, una tormenta dañó la otra y se restauró a las pocas semanas, luego de relevos del hierro original.
Hoy, la propiedad horizontal combina viviendas y oficinas en los niveles superiores y locales en planta baja. La unidad en venta es apta profesional, un dato que abre alternativas de uso. La distribución responde a la tipología de renta de principios del siglo XX: sectores sociales hacia el frente con vistas a la avenida —hall de recepción, dos salas principales y balcón francés—; áreas privadas contiguas y servicios en la parte posterior.
En una segunda planta se ubican la cocina y un baño completo; en el altillo, una suite con baño propio resuelve el programa de descanso. La operación de reciclaje incluyó restauración de pinotea y parquet, ordenamiento de instalaciones vistas donde fue necesario, y actualización de sistemas térmicos y eléctricos sin alterar la envolvente.
El arquitecto Fernando Lorenzi, del estudio INFILL y especialista en refacciones de cúpulas y envolventes históricas, define al edificio como un caso singular de permanencia urbana: “Con más de un siglo de historia, sigue siendo una pieza de referencia en la avenida por su estructura, sus remates y la proporción de sus fachadas. El valor está tanto en la imagen urbana como en la capacidad de adaptarse sin perder identidad”.
Escenario inmobiliario
El precio de u$s295.000 ubica a la unidad por debajo de operaciones recientes de similares superficies en el corredor, según brokers consultados, en un segmento donde la variable patrimonial pesa tanto como la localización. En la zona, las tipologías comparables rara vez combinan metraje amplio, techos altos y balcón francés con vistas abiertas al Congreso y a la secuencia de cúpulas y frontis de la avenida. La baulera en subsuelo y la aptitud profesional agregan rendimiento potencial para quien necesite espacios flexibles.
La impronta del edificio excede su silueta. En su frente principal, la longitud de fachada —más de 65 metros— organiza una secuencia de loggias que modulaba la ventilación y el asoleamiento antes del aire acondicionado. Las ochavas permiten una lectura diagonal de la avenida hacia el Palacio del Congreso y hacia el eje oeste, una condición que explica parte del atractivo visual desde el balcón del semipiso.
En el interior, el ascensor jaula original, con cabina metálica y madera, se mantiene en uso y aporta continuidad de lenguaje al núcleo de circulación, un rasgo que los aficionados al patrimonio valoran especialmente.
En el mercado, las unidades con identidad arquitectónica tienen demanda específica. Iuri Izrastzoff, de Izrastzoff Inmobiliaria, describe ese perfil: “Hay compradores que buscan algo más que un metraje o una ubicación. Quieren un relato de ciudad, un lugar que explique por qué Buenos Aires es Buenos Aires. La pinotea restaurada, los herrajes, el balcón al eje cívico, son atributos que no se replican”.
La localización sobre Avenida de Mayo mantiene ventajas logísticas —conectividad con el subte, oferta cultural y gastronómica, cercanía a centros administrativos— y desafíos propios de los cascos históricos: vibración de tránsito, restricciones para intervenir fachadas, y reglas patrimoniales que exigen criterios de reversibilidad y respeto por materiales y texturas. Allí, la curaduría de obras cobra importancia: consolidar revoques, completar orlas faltantes, homogeneizar terminaciones sin producir falsos históricos.
Para Lorenzi, el equilibrio se construye “proyectando con la huella del edificio: ni congelar ni simular, sino trabajar con la materia existente”.
Cómo se reformó la unidad que se vende
En el interior del semipiso, la restauración de pinotea evitó reemplazos innecesarios. Donde las tablas estaban comprometidas, se injertaron piezas compatibles y se niveló con resinas, manteniendo el dibujo.
Los ventanales a la avenida conservan proporciones originales; la aislación se lograría con sistemas de doble hoja y burletes —medida usual en esta tipología—, en conjunto con cortinas de enrollar internas y textiles densos. En baños y cocina, el criterio fue actualizar artefactos y tendidos sin alterar la lectura de los muros exteriores ni ocupar los ritmos de vanos con muebles fijos.
La terraza técnica y los niveles de servicio del edificio alojan equipos comunes; en departamentos como el ofrecido, la caldera dual y el termotanque individual resuelven la independencia de consumos.
La aptitud profesional habilita usos mixtos —estudio, consultorio, despacho— con acceso y circulación acordes al reglamento interno. El consorcio mantiene un estándar de cuidado compatible con el grado de protección, lo que condiciona positivamente cualquier obra futura.
En el plano histórico, La Inmobiliaria condensa una etapa: la ciudad que buscó equipararse con capitales europeas a través de grandes avenidas, equipamientos cívicos y arquitectura ecléctica. Ese programa se proyectó en la Avenida de Mayo, donde los ritmos de arquerías, mansardas y cúpulas crearon una línea de cielo reconocible.
En las visitas, la secuencia habitual arranca por el hall, continúa por las dos salas al frente y deriva al balcón, donde aparece la escala del eje cívico.
Fernanda Barboza, de Izrastzoff Inmobiliaria, resume el diferencial desde ese punto de vista: “Las esculturas de la fachada están a la altura del balcón y forman parte del recorrido visual. No es solamente una vista abierta; es una experiencia espacial con piezas originales que cuentan la época”.
Ambito








