Diferencias por el caso José Luis Espert: ¿a qué juega Patricia Bullrich?


La ministra de Seguridad y candidata a senadora por La Libertad Avanza (LLA) en la Ciudad de Buenos Aires, Patricia Bullrich, volvió a demostrar que su brújula política no se mueve al ritmo de la Casa Rosada sino al de su propia estrategia. En medio del escándalo por las denuncias contra José Luis Espert, eligió correrse de la defensa cerrada que Javier Milei le ofreció a su aliado y dejó una frase que incomodó a todo el oficialismo: “Espert tiene que contestar claro”. Esa intervención, mínima pero calculada, puso en evidencia que Bullrich prefiere afirmarse como paladín de la transparencia antes que sumarse al blindaje que reclama el Presidente.

El gesto no fue inocente. Bullrich midió el momento, evaluó el costo y decidió apostar al discurso anticorrupción. Milei interpretó el episodio como una maniobra riesgosa que expone al Gobierno a una crisis adicional, justo cuando el oficialismo intenta sostener la unidad frente a un Congreso hostil. Por eso la respuesta fue inmediata: desde la Casa Rosada se encargaron el miércoles de marcarle la cancha, advirtiendo que no era momento de abrir una nueva interna. La reacción, lejos de amedrentarla, sirvió para confirmar que su voz tiene peso propio y capacidad de incomodar incluso dentro del círculo libertario.

Patricia Bullrich: las encuestas y su álbum de fotos

La jugada también se lee en clave porteña. Las últimas encuestas en la Ciudad de Buenos Aires muestran un escenario de tercios: La Libertad Avanza, el peronismo y un tercer candidato en ascenso que amenaza con alterar la tradicional polarización. La consultora política Federico Gonzalez & Asociados presentó una encuesta sobre el panorama electoral en la Ciudad realizado entre el 22 y el 25 de septiembre, según el cual Patricia Bullrich (LLA) lidera con un 34,2% de intención de voto. La sigue Fuerza Patria (FP), representada por Mariano Recalde, con un 24,8%. No obstante, según el relevamiento Graciela Ocaña, de Ciudadanos Unidos (CU), lograría una buena elección y alcanzaría el 10,9% de los votos. Habría, además, votos en blanco cerca del 4,3% e indecisos que rondarían el 8,0%.

Ese escenario golpea a Bullrich de manera directa: su caudal electoral en CABA se achica y la obliga a diferenciarse para no ser arrastrada por la ola libertaria ni perder espacio frente a la reconfiguración opositora. Convertirse en la voz de la transparencia es una manera de intentar recuperar terreno propio, incluso si eso implica dinamitar la línea de flotación de Espert.

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Patricia Bullrich junto a la presidenta de La Libertad Avanza, Karina Milei.

Patricia Bullrich junto a la presidenta de La Libertad Avanza, Karina Milei.

@PatoBullrich

Bullrich sabe que CABA es su tablero natural y que allí se juega su supervivencia. No tiene margen para aparecer detrás de un candidato debilitado por sospechas judiciales, porque eso le haría pagar un costo político inmediato. En cambio, colocarse como garante de la lucha contra la corrupción le permite capitalizar un malestar que atraviesa a votantes de distinto signo y, de paso, proyectar un perfil autónomo frente a Milei. Esa operación también explica la incomodidad en Balcarce 50: mientras el Presidente calcula en función de sostener gobernabilidad y blindar a su tropa, Bullrich ya está recalculando cómo no perder pie en su distrito de origen.

Sin embargo, en este oscilar entre su propia carrera electoral y su pertenencia actual a LLA, la funcionaria se mostrará esta tarde junto a al presidente Javier Milei, cuando ambos presenten desde el penal de Ezeiza la reforma del Código Penal. La foto se suma a un álbum que genera suspicacias: el miércoles, la ministra compartió un posteo de la segunda candidata en la lista que lidera Espert: la exactriz y conductora Karen Reichardt.

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Lo que asoma detrás de esta disputa no es solo una diferencia de criterio, sino un choque de estrategias. Milei busca cerrar filas y transmitir fortaleza, aunque sea a costa de cargar con un candidato cuestionado. Bullrich piensa a mediano plazo: si no se reposiciona ahora, puede quedar atrapada en el desgaste del gobierno sin rédito propio. Su táctica es vieja conocida: correrse del ruido oficialista, agitar la bandera anticorrupción y dejar instalada la idea de que su lealtad es relativa, siempre subordinada a su propio capital político.

El episodio del “caso Espert” mostró que las prioridades no son las mismas. Mientras Milei protege a su aliado para no mostrar grietas, Bullrich apuesta a diferenciarse en el distrito donde siempre construyó poder. En el fondo, la pregunta no es si apoya o no a Espert, sino qué narrativa quiere encarnar de cara a un escenario porteño incierto. Y la respuesta, al menos por ahora, parece evidente: Bullrich juega su propio juego, aun si eso significa empujar a Espert al vacío.

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