Un sinfín de interrogantes, dudas y versiones encierran la misteriosa desaparición de la joven Agostina Sorich, que con 12 años de edad se fue de su casa en Monte Rincón y nunca más volvió.
Hace dias se cumplieron ocho años desde que fue vista por última vez y a pesar de las decenas de testimonios y búsquedas, se desconoce su paradero.
En los últimos años continuó la investigación, hubo allanamientos, pero ningún dato certero.
En la tarde del viernes 15 de octubre de 2010, Agostina Nadín Sorich le avisó a su familia que se iba a pasar el fin de semana a la casa de Viviana Boglione, la ex esposa de su tío y en donde con frecuencia se quedaba a dormir para compartir el tiempo con sus cuatro primos.
La pequeña de 12 años se marchó a pie desde su casa, en paseo 113 y avenida 28 bis, con destino hacia avenida 17 entre paseos 102 y 104. Son apenas quince calles que separan un hogar de otro, y hasta hoy encierran un misterio no develado por la justicia.
Boglione afirmó que Agostina nunca llegó, y que a pesar que los fines de semana la chica solía quedarse con ella, ese día no tenía conocimiento que iba a ir a visitarla. Lo que sucedió en los días siguientes es confuso, incluso para los investigadores porque las distintas declaraciones no concuerdan.
La denuncia recién fue realizada tres días después de la desaparición, el lunes 18, y fue su madre, Andrea Sorich, la que se dirigió a la comisaría 1ª. Esas primeras 72 horas sin búsqueda dificultaron la investigación, que al comienzo tuvo hipótesis poco certeras.
En la causa abundan las declaraciones de familiares y conocidos, pero no tienen ningún dato concreto ni pistas sobre el paradero de Agostina, quien se fue de su casa sin llevarse un celular, documentos, ni dinero.
Los investigadores hicieron analizar la computadora de la familia, también el mail de Agostina y su cuenta de Facebook, y no detectaron nada que los pudiera inducir hacia el destino de la pequeña.
Una de las fuentes policiales, de alto rango en Villa Gesell, hizo comentarios alarmantes. Destacó que “se cometieron muchísimos errores y no se buscó en los primeros días como tenía que ser”.
Se realizaron movilizaciones encabezadas por vecinos, en un lapso de silencio por parte de la familia de Agostina, e incluso su padre Pedro Sosa llegó a increpar a manifestantes cuando pasaron por su casa reclamando por la aparición de su hija.
También ee realizaron rastrillajes que incluyeron búsquedas por aire, con helicópteros y avionetas; por tierra en cuatriciclos, a caballo, en patrulleros y a pie, acompañados de perros entrenados para estos casos. Examinaron espacios abiertos y baldíos; hubo allanamientos y con la ayuda de voluntarios buscaron en la zona sur de la ciudad, debido a que hubo llamados de personas que advertían haberla visto, pero no se lograron resultados positivos, y conforme pasaban los días, desde la policía solicitaban colaboración para quien pudiera aportar datos.
Una de las movilizaciones, que se efectuaban los días 15 de cada mes, finalizó en la puerta de la Sub Delegación Descentralizada de Investigaciones, donde el jefe de aquél momento, Claudio Arnauk tuvo palabras poco afortunadas, sosteniendo que estaban buscando a una chica que no sabían si quería aparecer.
Seis meses después, el por entonces intendente Jorge Rodríguez Erneta atendió a Andrea en su despacho, y a casi once meses desde la desaparición, el jefe comunal participó por primera vez en una movilización, en la cual casi todos sus funcionarios estuvieron al frente reclamando por la aparición de la joven.
Esa noche, la marcha concluyó en la plaza Primera Junta con un abrazo entre Antonella y Andrea Sorich, que reflejó el dolor por la ausencia de Agostina.
En el camino quedaron incesantes búsquedas, pero nunca hubo un rastro ni una pista certera en una causa que permanece abierta. Hubo muchas hipótesis en una investigación que sigue siendo inerte. Mientras, Villa Gesell mantienen latente la esperanza de volverla a ver.